Max Verstappen se alzó con la victoria en el Gran Premio de España disputado ayer en el circuito de Montmeló. Una victoria que, además de auparlo a lo más alto de la clasificación del Mundial de pilotos, hace que el equipo Oracle Red Bull pase a liderar el Mundial de Constructores, por delante de la que es, sin duda, la escudería a batir este año: Ferrari.
Justamente era un Ferrari, el del monegasco Charles Leclerc, el que partía de la pole en Montmeló. Max salía en segunda posición y todo parecía apuntar hacia una nueva batalla entre los dos pilotos. Sin embargo, a Max se le complicaron las cosas: primero, un trompo que lo hizo caer hasta la cuarta posición por detrás de su compañero Sergio Pérez y del piloto de Mercedes, George Russell, y luego por un DRS defectuoso que le impidió adelantar a Russell durante buena parte de la prueba.
Esto otorgaría a Leclerc una ventaja enorme sobre su máximo competidor. Pero si hay algo que nunca falla en la F1 es que no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo. Y aunque la suerte parecía sonreír a Leclerc, las tornas se volvieron contra él en la vuelta 27. El monoplaza del monegasco empezó a perder potencia por lo que tuvo que tomar el camino del pit lane y abandonar la carrera abruptamente.