Forjando el ADN competitivo
Que Honda sea la marca del motor más laureada en el mundo de la competición deportivo no es fruto de la casualidad, sino que casi podría decirse de la obsesión, desde que un jovencísimo Soichiro Honda se dedicase a montar de noche y clandestinamente automóviles de carreras.
En este sentido, podemos marcar dos puntos de inflexión en el calendario: la participación de Honda en el prestigioso TT de la Isla de Man apenas 10 años más tarde de su fundación. Una aventura que se saldó con una sexta, séptima, octava y décima posición a lomos de la Honda RC142. El esfuerzo no fue en balde. Dos años más tarde Honda se alzaría con la primera victoria y daría pie a una de las trayectorias deportivas más exitosas al máximo nivel competitivo. ¿El siguiente paso? La Fórmula 1.
Cuando Soichiro Honda decidió entrar en competición, Honda era todavía el fabricante de automóviles más joven de Japón y el primero en aventurarse en la F1. Tras entrenarse a conciencia en las pistas de Suzuka (Japón) y Zandvoort (Holanda), el equipo por fin debutó con el RA271 en el GP Alemania de 1964 en Nürburgring. La decisión de fabricar un chasis y motor propios se vio recompensada muy pronto y, en 1965, Richie Ginther consiguió en México la primera victoria de Honda en la F1. El resto ya es historia del motor.