El término no existe en el japonés convencional. “Waigaya” es más bien una onomatopeya: el rumor de varias personas hablando a la vez, el bullicio de un debate vivo. Esto dignifica reuniones abiertas donde cualquiera puede hablar, sin importar la jerarquía. Un joven ingeniero recién incorporado puede cuestionar a un veterano con décadas de experiencia, y esa voz se escucha con el mismo respeto. La clave es que todas las ideas tengan su oportunidad.
Lo más interesante es que Waigaya no termina en la reunión. El debate intenso siempre desemboca en una decisión clara: qué se hará, quién lo hará y cuándo. Esa mezcla de apertura radical y pragmatismo ha convertido a Waigaya en una especie de brújula para la innovación.