febrero 19, 2020

Mujeres en la automoción: la inventora del limpiaparabrisas

Probablemente no hayas oído jamás su nombre, y sin embargo seguro que has usado su invento miles de veces. Mary Anderson, emprendedora e inventora norteamericana, patentó el primer limpiaparabrisas en 1903. El limpiaparabrisas automático también fue invento de otra mujer, Charlotte Bridgwood, que registró su patente en 1917.

Anderson y Bridgwood , como muchas otras a lo largo de la historia, fueron mujeres adelantadas a su tiempo: sus inventos no tuvieron un éxito comercial inmediato, pero marcaron para siempre la historia de la automoción.

Invierno en Nueva York

Cuenta la historia que Anderson  (1866-1953), nativa de Alabama, visitó Nueva York en 1903. Sin embargo, la nieve en los cristales del vehículo en el que atravesaba la ciudad no le dejaba admirar las calles y edificios de la gran ciudad. Anderson también se dio cuenta de que cada dos por tres, el conductor debía hacer movimientos imposibles para despejar el parabrisas y poder continuar el trayecto. ¡A veces incluso optaba por sacar la cabeza por la ventanilla mientras conducía para poder ver mejor!

Seguro que debería haber una manera de apartar la nieve del cristal sin tener que exponerse y dejar entrar el frío en el automóvil…, debió pensar Anderson. La idea se le incrustó entre ceja y ceja y no dejó de darle vueltas al asunto hasta que regresó a su casa y comenzó a trabajar en el artilugio que se convertiría en el primer limpiaparabrisas patentado.

De la idea al hecho

El mecanismo que inventó Anderson incluía una pieza que se enganchaba al exterior del vehículo,  una especie de largo brazo recubierto con una lámina de goma. Anderson había previsto una manivela en el interior de la cabina con la que el conductor podía manejar el aparato y arrastrar la nieve acumulada en la luna sin tener que exponerse a las gélidas temperaturas del invierno.

Adelantada a su tiempo

Anderson no se demoró. Aquel mismo año, en cuanto tuvo lista una versión satisfactoria de su limpiaparabrisas, lo patentó e intentó venderlo a diferentes compañías. Pero nadie en aquel entonces comprendió el valor de su aportación, más bien pensaron que aquél brazo mecánico distraería a los conductores. Todos rechazaron su invento. Por aquél entonces los escasos automóviles en circulación aún no alcanzaban grandes velocidades, y que el conductor tuviera que limpiar el parabrisas manualmente no se veía como un problema.

Llegados los años 40 y 50, sin embargo, los automóviles empezaron a popularizarse y muchos ya incorporaron algún sistema de limpiaparabrisas. Y a medida que el parque móvil americano aumentaba, empezaron a crecer también los accidentes de tráfico. La seguridad vial se convirtió en prioridad en los años 50, una época que vería aparecer los primeros cinturones de seguridad y sistemas de frenado más seguros, como explicamos en el artículo ¡Ponte el cinturón! Historia de un invento genial que sigue salvando millones de vidas.

Aunque su patente caducó y otros la reemplazaron, aquella idea primigenia de la emprendedora de Alabama marcó la historia de la automoción, e hizo la vida de los conductores de tranvías, trenes y automóviles mucho más cómoda. Hoy, el limpiaparabrisas todavía es un elemento fundamental en cualquier vehículo moderno.