Su precursor se caracterizaba por un aspecto suave y discreto y por ofrecer una mayor seguridad con respecto a la versión anterior. No por nada llegó a ser “Coche del Año” en Japón en dos años consecutivos, 1995 y 1996. Se partía, pues, de un buen modelo, pero la firma quería que tuviera más carácter. Así que este nuevo Civic se equipó con un motor de 1,6 litros y 185 caballos. Cumplía un doble propósito: hacer que el conductor se sintiera como un auténtico piloto de carreras y que se atuviera a la normativa de homologación de la categoría N1 del campeonato del país, ya que la intención última era introducirlo en la competición.
Honda Civic TypeR: 25 años de un modelo mítico