diciembre 18, 2019

Líneas en la calzada: historia y curiosidades de las marcas viales más importantes de hoy y de siempre

Paneles, radares, señales luminosas y acústicas, helicópteros… Cada año dedicamos miles de millones a los servicios de tráfico y seguridad vial, fundamentales para la vida moderna. Pero incluso elementos tan familiares como las rayas pintadas sobre la calzada no han estado siempre ahí. Alguien tuvo que tener la idea. Desvelamos algunos hitos y curiosidades de estas fundamentales señales viales.

¿Cuántas vidas habrán salvado esas simples líneas blancas sobre la calzada? De todas las tecnologías e inventos que han invadido las calzadas a lo largo de la historia, las rayas de pintura son posiblemente de las más simples, baratas y eficaces. Gracias a ellas, podemos conducir de forma segura en condiciones de baja luminosidad, manteniendo nuestro vehículo dentro de la vía y del carril. Sorprendentemente, durante décadas los primeros vehículos a motor circularon sin las marcas viales y la señalética a la que hoy estamos tan acostumbrados, fruto de más de un siglo de inventos a lo ancho y largo del planeta.

¿A quién se le ocurrió primero?

Las calles pavimentadas ya existían en la India tres mil años antes de Cristo, y el Imperio Persa construyó la primera red de caminos en el año 500 a.C. En los tiempos del Imperio Romano se idearon las primeras señales viales, principalmente hitos de piedra para indicar los destinos de los caminos y la distancia hasta Roma. Sobre la calzada, sin embargo, no se hacía ninguna marca visible, ya que las personas circulaban despacio, a pie, en caballo o en carro.

En España, se cree que fue el albaceteño Antonio Gómez Ibáñez quien en los años 60 introdujo la idea de pintar líneas blancas para delimitar la carretera y así sustituir los peligrosos bordillos de piedra. En otras partes del mundo las líneas blancas ya ayudaban a los vehículos a circular ordenadamente por calles, autopistas y carreteras desde mucho antes.

Hay quien cuenta que fue una doctora americana llamada June McCarroll la que tuvo la idea, en la California de 1917, de pintar una línea en el centro de la calzada para dividirla en dos carriles. Tras haber tenido algunos sustos al ir a visitar a sus pacientes, McCarroll se tomó la cuestión personalmente, compró un bote de pintura blanca y trazó ella misma una línea en mitad de la carretera.

Tras una intensa campaña para impulsar la medida a nivel estatal, la Comisión de Carreteras de California finalmente adoptó oficialmente la medida en 1924.  La Comisión de Carreteras de Michigan, sin embargo, sostiene que fue el oficial Edward N. Hines el que propuso pintar por primera vez una línea para dividir los carriles en 1911 cerca de Detroit.

¿Una idea papal?

Otras teorías sostienen que la idea de utilizar líneas blancas en la calzada se remonta al año 1300, cuando, bajo el mandato del Papa Bonifacio VIII, se celebró el primer año jubileo. En un principio se estableció que sólo habría un año santo cada 100 años, por lo que mucha gente se apresuró a cumplir con las instrucciones de la bula papal y visitar las basílicas de San Pedro y San Pablo durante los 30 días escogidos para los festejos.

Se cree que más de 200.000 personas se desplazaron a Roma, por entonces todavía una ciudad pequeña. Las carreteras de acceso se colapsaron y para intentar poner un poco de orden, cuentan que el Papa mandó pintar una raya para separar la circulación de peatones, caballos y carros.

También existen otros ejemplos tempranos, como las piedras de colores alineadas que dividían la calzada en Ciudad de México en 1600.

Las rayas, en el centro de la vida moderna

Desde la generalización del uso del automóvil en los años 60, el parque móvil tanto en España como en el mundo no ha dejado de crecer, y las marcas viales, cada vez más importantes, han ido evolucionando y estandarizándose según las normativas internacionales.

Actualmente, la pintura sobre el asfalto se utiliza para un amplio abanico de funciones. Sobre el asfalto se pintan flechas, señales de stop o ceda el paso, textos informativos… Aunque los estados miembro de la Unión Europea suelen seguir la Convención de Viena sobre Señalización Vial, todavía existen algunas diferencias entre países.

El blanco sigue siendo el color principal, aunque también se usan el amarillo, el rojo o el negro, este último reservado para enmascarar marcas que han perdido vigencia y deben ignorarse. En muchas ciudades, además, se pintan rayas azules y verdes sobre el asfalto para designar las plazas de aparcamiento. Pero no es una pintura cualquiera: las marcas viales actuales se pintan combinando pinturas con compuestos que las hacen reflectantes y antideslizantes, que antes de aplicarse superan pruebas de visibilidad diurna y nocturna, así como por simuladores de desgaste.

Estamos tan acostumbrados a ellas, que solemos darlas por sentado y no sabemos mucho sobre ellas. Por ejemplo, si le preguntamos a cualquier persona que circula habitualmente por carretera qué longitud cree que tiene cada tramo de las líneas discontinuas, seguramente dirá que miden uno o dos metros, cuando en realidad miden entre 2 y 5 metros, y están separadas por espacios de entre 5,5 y 12 metros, según la velocidad media de la vía. El efecto de la velocidad cuando vamos en el coche, sin embargo, hace que nos parezcan mucho más cortas y juntas.

Rumbo al futuro

Simples como son, las rayas en la calzada seguirán siendo un elemento imprescindible en las ciudades y carreteras del futuro. Por ejemplo, las nuevas tecnologías de seguridad activa, como los sistemas de mantenimiento de carril, utilizan las marcas pintadas como referencia, que seguramente seguirán evolucionando a medida que avance el desarrollo de los sistemas de conducción autónoma y las autopistas inteligentes.

Para que los automóviles inteligentes puedan circular por las carreteras de forma segura, necesitan marcas viales y estándares bien claros y fáciles de percibir e interpretar, ya que éstas son las que les permiten operar sin ayuda humana. Si un coche autónomo se encuentra con una infraestructura mal mantenida, en la que las líneas están difuminadas o no tienen suficiente reflectividad, el sistema se confundirá y optará por pararse para garantizar la seguridad de sus ocupantes.

Para compensar estas situaciones, los vehículos autónomos se equipan con múltiples sensores, mapas y datos, pero su mejor aliado siguen siendo las viejas rayas de pintura blanca, acompañadas de unas buenas infraestructuras y un sistema de marcas viales bien claras y estandarizadas.