abril 3, 2015

Chappie y ASIMO: de la Inteligencia Artificial a la conciencia hay un trecho

Un equipo científico le instala un “nuevo cerebro” y cuando Chappie abre los ojos su rostro nos transmite toda la sorpresa y el temor de asomarse a un nuevo mundo. Es una de las primeras escenas de la nueva película del director de Distrito 9 Neill Blomkamp, cuyo protagonista es el robot Chappie, capaz de sentir emociones y consciente de sí mismo.

No es un tema nuevo pero la película ha reabierto el debate sobre el peligro de crear una inteligencia artificial que se vuelva independiente de los humanos, que sea capaz de decidir y sentir por sí misma. ¿Decidir y sentir? Aunque pueden parecer dos cosas muy cercanas, estamos hablando de mundos diferentes. Entre tomar decisiones según una base de datos acumulados, e independientemente de órdenes humanas directas, y ser consciente de la propia existencia, hay un abismo.

Sólo conseguir que un robot se pueda mover en un entorno humano ya es muy difícil, y de esto saben mucho los ingenieros que desarrollaron, y siguen haciéndolo, ASIMO, el robot humanoide de Honda. Requiere intensivos estudios de anatomía y movilidad y muchas pruebas. Sin embargo, a pesar de las dificultades y de las mejoras aún necesarias, el progreso en este sentido, en el hardware del robot, está garantizado, es cuestión de seguir investigando. ASIMO ha “aprendido” a subir y bajar escaleras, a jugar a fútbol, servir agua en un vaso e incluso a bailar, y es cuestión de tiempo que “aprenda” a “vivir” mejor entre personas.

Asimo

La inteligencia del robot, el software, el cerebro, es mucho más complicado. A menudo, en robótica se habla de tres niveles de inteligencia. El primero, en el que el robot está bajo control humano, sería en el que nos encontramos actualmente en términos de desarrollo de inteligencia artificial. Los robots son capaces de tomar decisiones a partir de una serie de datos facilitados por los ingenieros. ASIMO es capaz de reconocer caras y voces y responder a ellas.

En un segundo nivel, al que ya apunta la industria actual, el robot es capaz de analizar y combinar los datos y situaciones que se le han facilitado, es decir, de “pensar por sí mismo” y ofrecer respuestas y soluciones. En un tercer nivel, el robot supuestamente podrá aprender de las situaciones directamente, de su experiencia, y será autónomo en sus decisiones. Y es aquí donde las alarmas humanas se disparan: ¿se darán cuenta los robots entonces de que “piensan, luego existen”? ¿Significa esto que podrán tomar decisiones según su propio interés, incluso si éste va contra el interés de los humanos? Y eso… ¿implica también que podrán tener sentimientos, amarnos o odiarnos?

De Blade Runner a Odisea en el Espacio, la ciencia ficción ha imaginado a menudo esta situación. Pero para muchos no es un peligro de ficción. Personalidades como Bill Gates, fundador de Microsoft, o el físico Stephen Hawking han expresado su preocupación. En una reciente entrevista, el profesor Hawking incluso llegó a decir que la inteligencia artificial podría precipitar el fin de la raza humana”. De la ficción a la realidad tal vez sea mejor una versión menos apocalíptica.