marzo 17, 2021

Ayrton Senna: el mito sigue vivo

Hablar de Honda, éxito y Fórmula 1 nos suele llevar a la misma conclusión. Por eso recuperamos la memoria de uno de los pilotos que más ha marcado la historia de Honda y de la automoción: Ayrton Senna. Calificado como el mejor piloto de Fórmula 1 de todos los tiempos, el mítico piloto brasileño es toda una leyenda.

El destino de Ayrton Senna corrió junto al de Honda de 1988 a 1993. Una alianza que comenzó por todo lo alto cuando Senna ganó su primer campeonato mundial en el GP de San Marino de 1988, al volante del McLaren-Honda MP4-4. Había nacido una estrella. Un legado. Pero la historia quiso, sin embargo, que fuera en este mismo circuito seis años después, el lugar donde la estrella se apagase tras un fatal accidente.

Un talento precoz

Según se cuenta en la familia, Senna mostró sus habilidades al volante desde bien pequeño. Su padre, sin saber todavía cuál sería el destino de su hijo, le fabricó con sus propias manos un kart. Con siete años, el futuro piloto estrenó por primera vez aquel coche casero equipado con un motor extraído de una picadora de caña y frenos de disco, capaz de alcanzar una velocidad punta de hasta 60 km/h. Dejó estupefactos a los familiares y vecinos que presenciaron aquel momento histórico.

La primera gran victoria

Tras pasar por el Campeonato Británico de Fórmula 3, los equipos de Fórmula 1 comenzaron a fijarse en él. Después de correr con varios equipos y gracias a la relación establecida con Honda en 1987 cuando competía para Lotus, Senna llegó finalmente al equipo McLaren-Honda en 1988.

El 1 de mayo de aquel mismo año, Honda se apuntó un doblete mítico en el GP de San Marino de 1988 con las victorias de Alain Prost y Ayrton Senna, que ganó su primer campeonato mundial a bordo del MP4-4. Los dos pilotos fueron los únicos que consiguieron llegar a meta. La historia ha querido, sin embargo, que recordemos esta fecha con una mezcla de admiración y tristeza: justo seis años después, el 1 de mayo de 1994, en el mismo circuito, Senna sufrió el accidente que le quitó la vida.

El ascenso del mito

Senna fue un piloto excepcional: fue el piloto más joven en ganar tres campeonatos del mundo y 41 Grandes Premios; corrió 161 carreras, en 65 de las cuales partió de la pole position, batiendo así el récord del momento. Se tardaría más de 15 años en superarlo, con Michael Schumacher en 2006. Conocido especialmente por su conducción veloz, la perfección de su técnica y su estilo agresivo, la memoria de Senna está ligada a la de su compañero de filas, el piloto francés Alain Prost. Para muchos, la rivalidad Senna-Prost fue una de las más intensas, emocionantes y fructíferas de toda la historia de la F1.

El secreto del éxito

Hoy, Senna sigue vivo en la memoria de profesionales y aficionados de la Fórmula 1 en todo el mundo, como un ejemplo de disciplina y determinación, de valentía y motivación.

Senna compartía su manera de hacer con palabras simples y directas, aplicables a cualquier ámbito y a cualquier persona, y quizá por eso legiones de fans le acompañaron en su implacable ascenso. “Puedes marcharte de esta vida en cualquier instante y, entonces, te darás cuenta de que no eres nadie, no eres nada. Por eso amo lo que hago lo suficiente como para no rendirme”, dijo en una ocasión. “Cada día, en cada circunstancia, tienes un límite. Vas a por él, lo tocas. Vale, alcanzaste el límite. Y de repente, dentro de ti ocurre algo que te hace llegar más lejos con tu fuerza mental, tu determinación, tus instintos y también tu experiencia. Y con todo eso, puedes llegar muy alto”, dijo en otra ocasión.

Un legado seguro

La tragedia de su muerte en 1994 forzó al mundo de la Fórmula 1 a revisar y mejorar significativamente las medidas de seguridad, una misión que lideró el médico de pista Sid Watkins, el mismo que asistió a Senna el día del accidente. Después de aquella carrera tristemente memorable, pasaron más de dos décadas sin que ocurriera ningún accidente fatal.

Detrás del piloto incansable había un joven de 34 años entregado por completo a la pasión de su vida, que se sentía agradecido y en deuda con el mundo por haber llegado donde llegó. Antes de partir hacia Europa en 1994, Senna compartió con su hermana Viviane Senna el sueño de hacer algo por su país. Poco después de su muerte, Viviane le hizo el que seguramente sea el mejor homenaje de todos, el homenaje al hombre que temblaba bajo el casco amarillo y verde: creó el Instituto Ayrton Senna. Entidad que, desde entonces, destina todo el dinero procedente de la imagen del mítico piloto a mejorar la educación pública en Brasil y contribuir así a alcanzar una sociedad más equitativa, donde todos los niños tengan la oportunidad de seguir su vocación. Como la tuvo él.