marzo 4, 2019

Visión, fe y persistencia: cómo perseguir una idea hasta hacerla realidad

En el origen, lo que hoy conocemos como una multinacional automovilística conocida en el mundo entero consistía simplemente en una idea. Una idea que para muchos sonaba loca, desmesurada, imposible: convertir Honda, una pequeña empresa japonesa, en un fabricante de coches líder en el mercado global. Para muchos, pero no para todos. Desde luego no para los dos hombres que estaban empeñados en hacerla realidad: Soichiro Honda y Takeo Fujisawa.

Honda nació como empresa en tiempos complicados, cuando Japón se recuperaba con mucho esfuerzo de los estragos de la Segunda Guerra Mundial. El país en los años 50 era un reino de confusión, de escasez e incertidumbre. Pero, como dice el refrán, la necesidad crea el ingenio. El Japón de la posguerra era pues también terreno fértil para la creatividad. Y para aquellos con la suficiente fe, empeño y suerte, era ese contexto una oportunidad para el éxito.

El sueño conjunto de los dos fundadores de Honda no sólo les ayudó a salir adelante, sino que acabó conviertiéndolos en dos de los empresarios japoneses más importantes del siglo. Su historia, y la de su empresa, se estudia hoy en todo el mundo, como un caso de éxito de empresa global.

De sueño a realidad

¿Cómo se convierte un sueño en realidad? Lo primero es creer. Creer que el sueño es posible, y no una simple fantasía. Y después planificar, luchar con fe contra las adversidades y jamás desistir.

Kihachiro Kawashima -quien con el tiempo llegó a ser vicepresidente ejecutivo-, recuerda cómo le recibió Soichiro Honda en 1951 cuando se decidió a unirse a la compañía. Durante la entrevista, cuenta Kawashima, Soichiro Honda mencionó, en un tono completamente natural, como quien informa de que está a punto de llover: «Nuestra empresa será el fabricante de motocicletas más grande del mundo». Esta claro que la fe se contagia.

Un año después de aquella entrevista, Soichiro Honda se embarcaba hacia Estados Unidos en busca de mejor maquinaria, un viaje que marcaría el rumbo futuro de la compañía. Además de la maleta, llevaba ya con él un pensamiento que no le abandonaría nunca y que conduciría la empresa al éxito mundial: «Si no eres número uno en el mundo, no puedes ser número uno en Japón». Honda había comprendido la lógica planetaria, que ya no dejaría de globalizarse.

Un viaje en compañía

A Soichiro Honda, el destino le reservó un acompañante de lujo que desde el primer momento compartió su visión y se comprometió plenamente para convertir el sueño de Honda en realidad. No sólo eso. Los dos fundadores de la compañía a menudo bromeaban sobre sus papeles complementarios, y sobre cómo, uno sin el otro, Honda nunca hubiese sido una realidad.

Cuentan que cuando los dos fundadores de Honda, Soichiro Honda y Takeo Fujisawa, se vieron por primera vez en 1949, la conexión fue instantánea. Sus personalidades eran radicalmente diferentes y sus talentos correspondían a diferentes áreas de especialización: Honda era el ingeniero persistente y apasionado y Fujisawa un hombre práctico con habilidades de gestión comercial. ¿Por qué se entendían tan bien? Los dos habrían dado la misma respuesta a esta pregunta: «Él tiene lo que yo no tengo».

Tras su entrevista con Soichiro Honda en 1951,  Kawashima fue a ver al segundo socio.  «Fujisawa me explicó que Soichiro Honda iba a hacer las mejores motocicletas del mundo y que su trabajo era encontrar la mejor manera de venderlas», cuenta. Y es que la ingeniosa mente de Soichiro Honda era incapaz de mantener las cuentas en orden e idear estrategias de venta eficaces.

Los dos fundadores de Honda tenían mentes radicalmente distintas, pero compartían la visión, fe y voluntad de persistir, los tres ingredientes que permitieron convertir el sueño en realidad.